Las vacunas para enfrentar la COVID-19 han llegado. El registro de vacunación actual muestra que los países asiáticos van a la cabeza en su administración a la población, seguidos por Inglaterra. Por su parte, a inicios de febrero Israel tenía a 67 de cada 100 personas con dosis administradas. Su logística ha tenido factores colaborativos para una vacunación rápida: buen manejo de la cadena de abastecimiento, tecnología sanitaria con registro electrónico de su población, intercambio de datos y administración eficiente. Lo contrario se ve en países europeos y en Estados Unidos, aún sin buen desempeño. Finalmente, en América Latina la vacunación está en sus inicios con Chile, Argentina y Brasil a la vanguardia.
En el Perú, el Ministerio de Salud (Minsa) está adoptando las estrategias y normas respectivas considerando el marco de referencia de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y reconociendo que el Perú tiene una experiencia bien ganada en procesos de vacunación. Sin embargo, el despliegue logístico sólo será efectivo si se tiene la disposición de la población para vacunarse.
La pregunta ahora es ¿cómo se implementará la vacuna para que llegue a todos los peruanos de manera segura y ordenada? Para lograr indicadores que demuestren su distribución nacional y su impacto sobre la salud comunitaria, todo el proceso de vacunación debe ser monitoreado de forma continua. Es decir, desde la obtención de fuentes de provisión y la logística para trasladar y mantener el flujo de vacunas, hasta su aplicación en la población y la farmacovigilancia posterior. La argamasa que permite que esto se concatene y garantiza seguridad y eficacia a la población, además de información transparente, es la trazabilidad.
La trazabilidad es un concepto presente en todo el proceso de vacunación, incluyendo el monitoreo. Esto se destacó en un encuentro realizado hace pocos días por GS1 Healthcare, expertos de la OMS y otros especialistas quienes revisaron oportunidades, desafíos y experiencias para la distribución segura de vacunas COVID-19 a nivel mundial. Asimismo, Deloitte ha difundido el documento Securing trust in the global COVID-19 supply chain, que recoge conceptos clave para organizar el suministro de vacunas con una perspectiva global.
En el Perú estamos dando pasos para la trazabilidad de las personas y las vacunas. El Decreto de Urgencia N° 009-2021 crea el Padrón Nacional de Vacunación Universal contra la COVID-19, a cargo del Minsa. Este padrón debe interoperar con los sistemas de información vigentes y oficiales de inmunizaciones. Pero, un paso en contrario es que el mismo decreto establece la eliminación del padrón inmediatamente finalizado el proceso de vacunación. Es decir, perdemos la oportunidad de obtener una potente herramienta de gestión sanitaria que brinde luces al Sistema Nacional de Salud para conocer la cobertura (nominal) de otras vacunas, el tamizaje de diferentes tipos de cáncer que hoy matan a miles de personas, o la cobertura de control prenatal, por citar algunos ejemplos relacionados con indicadores de política sanitaria.
Ya hoy vemos efectos colaterales de la pandemia: el portal latinoamericano Salud con Lupa señala que en el 2020 se alcanzó la mayor cifra de muertes maternas de los últimos ocho años (429 mujeres peruanas). Esto por la suspensión de controles prenatales, la reducción de personal de salud y, posiblemente, una menor cobertura de partos institucionales. Superar este escenario requiere de información de calidad y extender el concepto de trazabilidad a la toma de decisiones.
También se ha trabajado en la identificación y georreferenciación del país mediante una plataforma creada por la Sociedad Nacional de Industrias (SNI) que permite ubicar las zonas sin internet, luz, teléfono, material de casas y casos de COVID-19, además del uso de medios digitales para registrar a las personas que soliciten ser vacunadas. Ambos sistemas de información ayudarían a conocer la efectividad del alcance de los vacunadores y los recursos necesitados. Además, permitirían recolectar información para indicadores diarios de cobertura y, en el mediano y largo plazo, una mejor información de las necesidades de la población, si se logra sostener el proceso.
Los ejemplos anteriores muestran la importancia de que el conocimiento humano se adelante a nuevos escenarios y disponga de nuevas tecnologías sanitarias y medios para enfrentarlos. Por ello, es fundamental desplegar una respuesta articulada y trazable. Una recomendación clave es emplear estándares globales para identificar a todos los actores y recursos de la cadena de abastecimiento hasta el uso de las vacunas, como se puede observar en la siguiente ilustración. Así, todo el proceso, desde la obtención de los insumos, la manufactura, el almacenamiento, la distribución y la entrega al prestador de salud tienen un código de identificación de producto. Además, va acompañado de un código específico del recurso humano en salud, la persona y el cuidado en el hogar (si es necesario). Toda esta información en sistemas interoperables logra la trazabilidad de los recursos.
El Perú tiene la oportunidad de cambiar su modelo de gestión del abastecimiento. La información que hoy se registra manualmente debe hacer uso de los avances tecnológicos disponibles. Hoy los países de medianos y bajos ingresos pueden emplear, incluso, un celular para el escaneo del código de barras de un producto. ¿Nos atreveremos a ello?
Realizado por: César Amaro y Sandra Huaitalla
Publicado en Diario Gestión
15-02-2021 / GS1 Perú